"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

sábado, agosto 09, 2014

The purge o el Estado rapaz

No deja de ser sintomático que la película más declaradamente política se inscriba en el género del terror.  Un terror doble, porque muestra, por una parte, que las relaciones entre los seres humanos se rigen por la máxima del homo homini lupus est (Hobbes), que la división en clases sociales y étnicas constituye un principio fundamental de organización política (Marx) y, por último, que el Estado es el monstruo más frío (Nietzsche).



The Purge, de la que ahora se estrena la segunda parte, parte de una intuición antropológica:  el ansia de crueldad y venganza reprimida en los seres humanos hacia sus semejantes, sólo controlada dentro del pacto social por el miedo que inspira la violencia concentrada en el Estado, la institución supraindividual que se ha creado para mantener el orden mediante la fuerza.  ¿Pero qué pasaría si dicho Estado decidiese dejar un día libre de guerra de todos contra todos (dentro también de ciertos límites, para que la violencia contra los individuos no sea excesivamente destructiva sólo se permiten determinados tipos de armas.  Y hay algunos ciudadanos intocables: evidentemente, dado que el Estado sigue siendo el depositario final de la violencia legítima, los funcionarios.)




La película muestra de una manera grotesca y estereotipada dentro de los tópicos del género del terror sanguinoliento que la crueldad es la esencia de la cultura y del poder, que siempre es malvado, según aquella máxima nietzscheana de que “vivir y matar son la misma cosa”.  Lo que traspuestos a las relaciones sociales nos lleva a ser amigos de nuestros amigos, por la innata sociabilidad, así como enemigos de nuestros enemigos, por la no menos innata agresividad hacia el “Otro”.  Sólo dentro los parámetros del pacto social por el que se le traspasa todo el poder violento al Estado, esta institución política consigue que grandes tribus sociales vivan juntos, aunque no mezclados, dentro de una sociedad de intereses ya que no de afinidades.




Gigantesca catarsis del odio y la frustración reprimidas, la película en su segunda parte subraya dos vertientes liberales: por un lado, que la supresión temporal de la violencia estatal desemboca en un oligopolio de la misma por parte de los más poderosos económicamente, aquellos que, por un lado, mejor pueden protegerse y, por otro, pueden comprar mejores armas.  Por otro, que lo que parece una estrategia por parte de aquellos que han controlado el Estado, los “Nuevos Padres Fundadores”, para conseguir buenos resultados sociales de corte utilitario (bajísimas tasas de desempleo y de criminalidad) en realidad obedece al propio interés de la casta funcionarial que, llevados por la baja actividad criminal de la población en general (sin dejar claro si se debe a una natural bondad humana o un no menos humano miedo a ser asesinado si uno va a asesinar) se toma el exterminio por su mano, lo que convierte la catarsis colectiva en una nueva forma de ingenieria estatal asesina.

Enésima vuelta libertaria al peligro del Big Brother, The Purge muestra también cómo el instinto bélico y la pasión por la violencia, y su necesidad como catarsis, sólo se puede controlar dentro de una filosofía liberal que establezca límites claros y precisos tanto a la capacidad de coacción de los individuos entre sí como, sobre todo, a los poderes que ejerce el Estado para protegernos pero que cada vez más, cabe bajo la sospecha y con la excusa de justificar nuestra seguridad, se está desviando hacia un poder que no se basa en los intereses de la sociedad civil sino en los del propio Estado y su aparato de intereses propios.


¿Por qué nos gustan estas películas de terror? Porque actúan de una forma parecida, catártica, al propio "día de la purga". Es una purga virtual de nuestro amor por las bromas crueles. Porque como escribió Nietzsche: "Ver sufrir produce placer; el hacer sufrir, aún más placer —se trata de una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano— demasiado humano, que, por otra parte, quizá ya llegaron a suscribir los monos... Sin crueldad no hay fiesta: así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre..."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He visto la pelicula y me ha parecido esencialmente anticapitalista.La vision antiestado, antifuncionarios y proliberal no la veo por ningun lado.Es mas, me parece que la pelicula transmite que sin Estado, los ricos matarian a los pobres por diversion.

Fantømas dijo...

Un ejemplo de texto concebido exclusivamente desde la perspectiva del hombre blanco occidental como si su visión fuese la única visión. A partir de ahí lo que le ha pasado históricamente a ese hombre se mezcla y confunde con lo que es o puede ser (si es que existe) una "esencia de la humanidad". Podría intentarse plantear otros puntos de vista, empezando por toda una mitad de la humanidad que igual hace chirriar este relato, si se le pregunta claro. Se llama mujer.