"cual soldados fulminados al suelo
y ahora están atrapados los dos en la misma prisión
vigilados por el ojo incansable del deseo voraz
sometidos a una insoportable tensión de silencio."
O, dicho de otro modo, siguen interpretando la fábula de la cigarra y la hormiga en versión de Sánchez Ferlosio: "Todo pura comedia: ni la cigarra era feliz cantando ni la hormiga necesitaba para nada el trigo almacenado, por necedad cantaba la primera, por necedad se afanaba la segunda."
Me parece que cuando finalmente pise la Acrópolis llevaré dracmas en el bolsillo.. Por el momento, me espera la representación de Josep María Pou en el Romea de Barcelona sobre la pasión y muerte de Sócrates, ese gran irónico, el fundador del espíritu europeo al realizar ese giro antropológico que puso al ser humano como centro de la reflexión filosófica: los atenienses en pago lo condenaron a muerte. Siguen igual de ciegos... Mientras, podemos disfrutar del Sócrates de Rossellini
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